sábado, 12 de febrero de 2011

Patrimonio urbano: problemás y oportunidades


por Francisco Olea

ver en:

http://www.lanacion.cl/patrimonio-urbano-problemas-y-oportunidades/noticias/2011-02-03/153942.html


El patrimonio urbano comprende las edificaciones y los espacios públicos. Su estructura refleja características arquitectónicas, ambientales y sociales, cuya sedimentación revelan también la identidad, sello y memoria colectiva de nuestras ciudades, parques, plazas, calles y territorios.

Defender estos intereses comunes, estudiar soluciones a problemas similares y promover un desarrollo urbano de alto estándar histórico y arquitectónico es una oportunidad para el desarrollo de una ciudad sustentable. Sin tabúes ni dioses que se opongan, por supuesto.

El Estado tiene la responsabilidad de recuperar y preservar lo que hemos denominado el "patrimonio urbano". Sin embargo, diversos actores concurren hoy a su recuperación y proyección, es el caso de las corporaciones, fundaciones, la iglesia, la industria inmobiliaria, los medios de comunicación y organismos internacionales. Se ha consensuado en términos generales que, “las políticas de recuperación y protección del patrimonio urbano se orientan conceptualmente a revalorizar nuestras urbes mediante planes urbanos que incorporen y recuperen espacios públicos, preserven el carácter e identidad de los barrios, aplicando medidas de diseño urbano que revaloricen la ciudad y fomenten la protección y creación de un nuevo patrimonio urbano de calidad”. Sin embargo, muchas veces estas orientaciones no cuentan con instrumentos flexibles y adecuados para tales nobles propósitos. En este sentido, existen una serie de obligaciones que las autoridades e instituciones deben abordar, como es el caso del mantenimiento de los cascos históricos y la protección medioambiental que algunas veces no han sido consideradas por desafortunadas decisiones e intervenciones.

Se estima además que en términos de magnitud, nuestro país posee unos 600 millones de metros cuadros construidos. Se proyecta que un 60% corresponden a vivienda, la que tiene un valor aproximado de US$ 100.000 millones. Cerca del 58% de ese patrimonio construido tiene más de 30 años, lo que lo enfrenta a tensiones asociadas a mercados de suelo, riesgos sísmicos y naturales –vaya que lo sabemos- y otros problemas colaterales productos de cambio en el uso de suelo y deterioro por diversas causas. En este escenario la rehabilitación de viviendas e inmuebles, la recuperación de espacios públicos y barrios vulnerables, como la protección de inmuebles y zonas de valor patrimonial es una problemática y oportunidad siempre vigente.

Actuar de manera conjunta en la defensa del patrimonio histórico y cultural de las ciudades que lo componen, es una aventura cuya nave surca mares tormentosos. Sin embargo, para llegar a puerto, es requisito innovar en programas o proyectos de desarrollo que contribuyan a reactivar económica y socialmente los barrios, también avenidas y arterias principales que, a la vez, conjuguen estos postulados patrimoniales. Lo anterior, a través de incentivos, condiciones y alternativas para el repoblamiento, la radicación de las familias en sus barrios de origen y la revalorizando el stock construido y sus respectivas “escalas de emplazamiento".

Sabemos que el sentido de pertenencia e integración social de la comunidad con su barrio y su ciudad, depende -muchas veces- de una malla muy tupida de diversos factores e intereses. Entre otros, considerar la planificación urbana como una mirada y enfoque sobre la cultura material y ambiental; relevar el diseño y paisajismo; rescatar el tejido social y productivo, evaluar su crecimiento y densificación e incorporar la percepción y opinión de sus residentes.

Pero también hay oportunidades. Para ser más concreto, hoy, los planes reguladores comunales tiene la facultad de declarar Inmuebles y Zonas de Conservación Histórica. Para ello el artículo 60°, inciso segundo, de la Ley General de Urbanismo y Construcciones indica que: "igualmente, el plan regulador señalará los inmuebles o zonas de conservación histórica, en cuyo caso los edificios existentes no podrán ser demolidos o refaccionados sin previa autorización de la Secretaría Regional de Vivienda y Urbanismo correspondiente". Herramienta útil y concreta a la hora de las decisiones sobre planificación urbana local.

Ejemplo de lo anterior, son dos inmuebles localizados en Avenida Américo Vespucio Oriente, que fuertemente dañado por el terremoto del 27F se localizan en el tramo de la comuna de La Reina. Veamos:

Uno, la “Casa Maroto”. Emplazada en el entorno de Plaza Egaña, la Casa Maroto se constituye como un hito arquitectónico dentro del sector a partir del estilo ecléctico con influencia europea de principio de siglo XIX. Estas características otorgan una reminiscencia del perfil de ocupación que tuvo el eje Vespucio a principio del siglo XX. A su vez, los usos actuales y definido hoy como centro cultural y artístico, la han perfilado con una fuerte vocación comunitaria a rescatar en esta etapa.

Dos, el “Colegio de La Salle”. Hito educacional emplazado en un triángulo constituido por Avenida Vespucio Oriente, Tobalaba, desarrollado por el arquitecto Eugenio Joannon, pionero por sus soluciones constructivas y por su estilo racionalista–ecléctico. Esta vanguardia es desarrollada a principios del siglo XX, a la llegada de la congregación de los Hermanos de Cristo, instalándose en el eje Vespucio el año 1913. Desde aquí que el Colegio de la Salle pertenece a la historia de La Reina formando parte de la memoria colectiva de la comunidad escolar y diversas generaciones de estudiantes.

Revalorizan la urbe, su bitácora cotidiana y proyecciones, muchas veces es un entrecruzamiento de diversos propósitos. En el caso del “patrimonio urbano”, su intervención puede resultar parcial y en ocasiones unilaterales, cuyos alcances muchas veces no se pueden preveer, ni pasarse por alto. Vaya dilema para las autoridades y residentes de las ciudades y comunas.





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