por Francisco Olea, Concejal de La Reina
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Mapocho en Mapudungun es “agua que penetra la tierra”, un elemento vital para Santiago. Junto con la Cordillera de Los Andes, el río constituye un entorno paisajístico de relevantes atributos naturales.
Con cerca de 110 km de largo, en una cuenca de 4.230 km2, el Mapocho baja
torrentosamente desde unos mil 200 msnm, desembocando en el río Maipo a 252
msnm. En su trayecto cumple varias funciones: permite abastecer de agua a
nuestra urbe, evacúa las aguas lluvias, en su “cajón” se despliega una autopista
urbana subterránea que es el nexo de Santiago en sentido oriente-poniente.
Atravesando un total de 16 comunas, en su rivera se concentran un número
importante de parques y, sumado a la intervención del ser humano, es
co-responsable de grandes inundaciones, desbordes y accidentes.
En una breve retrospectiva artístico-cultural, encontramos que las paredes
del Mapocho comenzaron a ser usadas por brigadas muralistas en los años 70. Es
destacable también, el verso del premio nobel de literatura Pablo Neruda “Río,
por qué conduces agua fría y secreta, agua que el alba dura de las piedras
guardó en su catedral inaccesible, hasta los pies heridos de mi pueblo?”
(Extracto de “Oda de invierno al río Mapocho”).
Otros poetas contemporáneos han inmortalizado este río. El poema de Renato
Gómez, “Oda al río Mapocho” obtuvo el premio literario 2008 de la Municipalidad
de Las Condes.
En el año 1972 Víctor Jara escribía: “en el río Mapocho, mueren los gatos y
en el medio del agua tiran los sacos, pero en las poblaciones con la tormenta
hombres, perros y gatos es la misma fiesta…”. Posteriormente, en la carta que
Ángel Parra le dedica a Víctor Jara, se refiere al “río Mapocho ensangrentado”,
en memoria de los ejecutados políticos que durante la dictadura militar
aparecían flotando en sus causes.
de los
residentes.
Otro ícono es el Museo Parque de las Esculturas –según señala el portal de
Providencia- creado como consecuencia directa del crecimiento de las aguas del
río Mapocho y la inundación que en junio de 1982 afectó a casi a un 70 % de
Santiago. El torrente destruyó los jardines de la ribera norte, dañando
particularmente el tramo entre el puente Pedro de Valdivia y el puente Padre
Letelier. Los testimonios evidencian un consenso de artistas, miembros de la
comunidad de Providencia y autoridades en torno a la necesidad de crear un área
de recreación cultural.
A mediados de los noventa algunos artistas plásticos desarrollaron sus
performance sobre el río Mapocho. Destaca Jorge “Cerezo” con la obra “Historia
de unos cuerpos”, quién relata que: “se intervino el río Mapocho con más de 100
figuras humanas que remitían a cuerpos de los detenidos desaparecidos. Esta
acción de arte fue en la mitad de su accionar “suspendida” por una patrulla
policial, que nos detuvo (con las esculturas) y terminamos en una Comisaria de
Providencia”.
Vemos que diversos creadores incrustan y hacen referencia al lecho del
Mapocho. Por ejemplo, el proyecto “Museo Arte de Luz”, que surgió como una
iniciativa de la artista visual Catalina Rojas, consiste en una plataforma
artística sobre la cuenca y muros del río, está basado en proyecciones de obras
de arte iluminadas en grandes formatos, por medio de equipos proyectores de
última tecnología. El Museo va desde el puente Pío Nono hasta el Puente
Patronato en una extensión de un kilómetro.
Se suma a lo anterior que, en días recientes presentamos al diputado Alfonso
de Urresti, Presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara y al Ministerio de
la Cultura, una propuesta de generar condiciones para que las riberas del rio
Mapocho sean un espacio para grafiteros, creación e innovación urbana juvenil.
Nuestro postulado es, conjugar una difícil ecuación entre la diversidad y
libertad de expresión versus el respeto por los barrios, propiedad y entorno de
los residentes.
En el presente, varios proyectos plantean la idea de rescatar este entorno
natural del río como un espacio ciudadano. Por ejemplo, el plan “Mapocho Urbano
Limpio”, túnel de 28,5 kilómetros que recepciona los desechos en 21 puntos de la
urbe y los conduce a la planta de tratamiento de aguas servidas contigua a “El
Trebal” (vía por la cual la ciudad se libera de su contaminación y
paradojalmente la lleva a otra localidad).
Asimismo, un diseño urbano de gran interés es el “corredor al interior del
cauce del río” que utilizaría unos siete kilómetros de su canalización como una
suerte de columna vertebral de Santiago unificadora del sistema de parques
existente, una ciclo vía en donde los habitantes puedan ocupar su tiempo libre,
ocio y recreación a escala metropolitana.
Por otra parte, el río ha sido objeto de diversos anuncios. El presidente
Sebastián Piñera (11 de enero de 2011) al tiempo que colocó la primera piedra
para dar inicio a la construcción del Parque Fluvial Padre Renato Poblete en la
comuna de Quinta, cuyo propósito es cambiar y mejorar el entorno del río,
prometió “convertiremos al río Mapocho en un río limpio y
navegable”.
Complementariamente, la experiencia internacional en diseños urbanos y los ríos es vasta. Expertos han señalado ejemplos como Barcelona, cuya ciudad recuperó el río Besós (17,7 km de recorrido) que desde mediados de los noventa ha limpiado y depurado sus aguas. Aprovechando aquello, se inauguró el Parque Fluvial del Besós con la remodelación del Fórum Universal de las Culturas.
Un modelo urbano más cercano es la ciudad Rosario (Argentina) con su costa frente al Río Paraná que recuperó su ribera en la última década del siglo XX con la reorganización de los terrenos portuarios y ferroviarios. Otras referencias son el río Sena en Paris (con 776 km. de largo) o el Tiber en Roma (con una longitud de 405 km.), cuyas riberas son utilizadas como corredores que acogen formas alternativas de transporte y acerca a sus ciudadanos. Además destacan los ríos Santa Catarina, en Monterrey y Allegheny en Pittsburg. Todas estas intervenciones han sido posibles gracias a un diseño integrador e imagen urbanista, sumado a una decidida voluntad política.
Estos esfuerzos y prácticas están al servicio de las ciudades y sus
habitantes. Entonces, la aventura de soñar, navegar y dar un valor al río
Mapocho es la preocupación de muchos autores y ciudadanos. Algunos de ellos
abordan el problema desde su vida cotidiana; otros desde la morfología y
paisaje; también como elementos contaminantes y sucios; a veces como oportunidad
de negocios y esparcimiento; también como las descritas, desde la revalorización
del paisaje y su entorno urbano.
Finalmente -se trata por lo visto- de visiones diversas y extremadamente
heterogéneas sobre el río Mapocho. Por cierto, una ventaja estratégica para una
ciudad fragmentada como la nuestra.
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