sábado, 29 de diciembre de 2012

Pobreza en América Latina


por Francisco Olea

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio a conocer el “Panorama social de América Latina 2012″. Las investigaciones, informes o ensayos sobre pobreza siempre -o casi siempre- permiten un repentino consenso público que favorece la responsabilidad colectiva por este segmento de población. Argumento sustentado desde la óptica de las políticas públicas, el rol del Estado y el crecimiento económico.
 
Este nuevo informe proyecta que la región finalizará este año con unos 167 millones de personas en situación de pobreza, esto es un 28,8% de los habitantes. Las personas en extrema pobreza o indigencia suman unos 66 millones.
 
Lo más significativo de este informe es que cerca de un millón de personas dejaron la pobreza en relación al año 2011.Añade este trascendental reporte que la situación de pobreza en América Latina observa cierta tendencia a la baja, pero a una velocidad menor al observado en los últimos años. Agrega que el aumento de los ingresos laborales en los hogares pobres es el factor vital en la reducción de la pobreza. También indica que las llamadas “transferencias públicas como privadas” y el resto de los ingresos aportan en menor grado, a esta disminución.
 
Sobre la desigualdad, ésta se habría reducido en la última década. En efecto, según datos disponibles para 18 países, se precisa que en promedio el 10% más rico de la población latinoamericana recibe el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe sólo un 15%.
 
Un dato de interés señala que en los países de América Latina con altos niveles de desigualdad, existe una profunda desconfianza en las instituciones, en particular en el Poder Legislativo, Poder Judicial y los partidos políticos, sumados a intensas percepciones de injusticia. CEPAL indica que estos persistentes sentimientos de malestar ciudadano constituyen tanto un obstáculo como un desafío para el sentido general de pertenencia y la construcción de pactos sociales orientados por el valor de la igualdad. A tomar nota.
 
Grafica este organismo que la percepción de injusticia distributiva y la desconfianza en el poder legislativo, el poder judicial y los partidos políticos se asociaron a lo largo del período 1997-2011. Como ejemplo de lo anterior, Costa Rica, Uruguay y Venezuela presentaron sistemáticamente menos desconfianza y percepciones de injusticias más bajas; Colombia y México registraron valores intermedios; mientras que Argentina, Guatemala y Perú observan niveles muy altos de percepción de injusticia en la distribución del ingreso y desconfianza en las instituciones.
 
Asimismo, entre el período de 1997 y 2010, a la percepción de injusticia distributiva y la desconfianza se asoció el coeficiente de Gini (el coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad y el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad). En efecto, los países y años en que se verificó una mayor desigualdad objetiva en la distribución del ingreso se apreció una mayor percepción de injusticia distributiva y una más alta desconfianza en las instituciones. Vaya problema.
 
Así entonces, este informe de América Latina permite además examinar el desarrollo social, los cambios producidos en nuestra historia reciente y pasar revista a sus consecuencias. También abre interrogantes –desde la óptica que se mire- sobre cómo hacernos cargo del tránsito de una sociedad de productores a una de consumidores o preguntas como ¿es posible derrotar la pobreza con métodos llamados ortodoxos?
 
Otras interrogantes apuntan a cómo establecer el futuro posible de los pobres y la pobreza, asimismo la eventualidad de dar un significado al trabajo y las oportunidades de integración, más acorde y en sintonía fina con una sociedad desarrollada. Dimensiones claves parar los próximos gobiernos.
 
Finalmente, citando al filósofo y psicoanalista Cornelius Castoriadis cuándo uno de sus entrevistadores le pregunto ¿Qué quiere, entonces? ¿Cambiar a la humanidad?, Castoriadis respondió: “No; algo mucho más modesto: quiero que la humanidad cambie, como ya lo hizo dos o tres veces”.



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