jueves, 27 de febrero de 2014

De la Concertación a la Nueva Mayoría




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La sociedad chilena dio un giro. Y enfocarla es cada vez más difícil. En este panorama uno de los cambios significativos ha sido el tránsito de la Concertación de Partidos por la Democracia (CPPD)  hacia la Nueva Mayoría (NM).




En estos días de intenso verano la vida política se ha caracterizado por no mantener un rumbo único y predeterminado. Este ha sido el contexto en el que ad portas del gobierno de Michelle Bachelet Jeria, la coalición política que la sustenta debe enfrentar algunas metamorfosis y tensiones.




Recordemos que la CPPD fue creada el 2 de febrero del año 1988 como la concertación de partidos por el No, aglutinando los principales sectores de la oposición a la dictadura de Augusto Pinochet. Luego de triunfar en todas las elecciones desde 1988 hasta la municipal del año 2008, fue derrotada el año 2010, en segunda vuelta de la votación presidencial. Mientras que la NM que agrupa un conjunto amplio de partidos de oposición en las elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales, fue inscrita formalmente el día 30 de abril de 2013, ante el Servel.




En este tránsito, lo que separa la agonía del bloque CPPD a las nuevas incomodidades de la NM,  es el hallazgo o sospecha de que no todas las reglas son perpetuas y el llamado nuevo ciclo no dejará ninguna nave estable y segura entre tanta marejada. Como lo señaló Marcelo Schilling (PS) en una entrevista reciente: “La Nueva Mayoría no es la Concertación. Tiene que tener otra manera de conducción. No es la coalición de hace cinco años atrás”. Y agrega: “les recomiendo a todos que pongan el reloj a la hora con la sociedad chilena”. Quizás en esta etapa cada conglomerado político necesita un presente coherente y luego de la supervivencia electoral, evidentemente, la gratificación de sus resultados.




Complementariamente es de interés también preguntarse ¿cuáles son los cambios simbólicos que acompañan este tránsito de un ciclo a otro? Veamos algunos:





Cambio uno: de Faúndez al “like a boss” 




Una de las esferas aparecida durante estas semanas ha sido el llamado perfil de los emergentes actores. Los puntos de referencia y las decisiones tomadas pueden ser desacreditadas, condenadas y mejoradas el día de mañana, pero también expresan un cierto estilo cultural en pugna entre un ciclo y otro. Si uno pudiera retratar en una imagen más bien de estereotipo, esta sería el tránsito “de Faúndez al like a boss”. Esto es, del mítico personaje del comercial del celular -el maestro Faúndez- que desde la pequeña empresa aparecía como pujante e innovador, pero también temeroso de la recesión, el desempleo, la ingobernabilidad, al “nuevo jefe” o también llamado “like a boss”.




Los nuevos sujetos, serian aquellos ex jefes de gabinete o asesores que se movieron en redes y de manera global, demostrando cierta capacidad para entender que renovar constantemente sus conocimientos y cambiar de profesión era “la” oportunidad. Hicieron suyo el refrán “quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. De este modo -con su totalidad y parcialidad- se perfila una nueva fuerza, más cualificada, formada y adaptable. Bien por ellos y “get lucky”.









Cambio dos: del Tavelli al Starbucks 




Una de las imágenes icónicas y referenciales de uno de los bloques es el “chic” Tavelli. Cafeterías en Santiago y la región de Valparaíso donde se puede ver lo más conspicuo del personal concertacionista “para un café” como anuncian en sus pautas de prensa. Es un ambiente y estilo más bien europeo. Concurren actores de grandes relatos, más ideológicos, individuos de epopeyas anti-dictatoriales y de aventuras del exilio-retorno. De familias endogámicas, amantes del fútbol, por ende suelen hablar de primer y segundo tiempo.




Por otra parte está el Starbucks. Compañía de café de sello global (con unos 18 mil locales en cerca de 50 países). Acuñó el concepto de “el tercer lugar”, los otros son el hogar y el trabajo. Añadió al café otras bebidas calientes, bocadillos, algunos otros productos como tazas, granos de café, libros y CD´s. Sus locales están decorados de manera acogedora, diseño moderno, con sillas y sofás, conexión inalámbrica a internet, expresando así un cambio de atmósfera y códigos de consumo. Esto es más EE.UU. y sus expectativas, es decir un entorno vital para un estilo individualista, profesionalizante, ejecutivo, altamente competitivo y meritocrático por excelencia. Aquí diríamos que el deporte estrella es el basquetbol, por lo tanto hay más de dos tiempos en el juego.









Cambio tres: del panóptico al sinóptico 




Para algunos autores las sociedades modernas se han caracterizado por su secularización. Esto a la luz de los jóvenes Marx y Engels “todo lo sagrado fue profanado”. Entonces, uno de los rasgos del ciclo que se cierra es el efecto panóptico, esto es, la vigilancia de unos pocos a todos. Chile no escapa a este clima. Retratado de manera magistral en “Vigilar y castigar” de Foucault, “hacer que la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción”. Como señalan los académicos de estas materias, ya no era necesaria la tortura, cadenas o barrotes, la obediencia era producto del creer ser vigilados.




Pero un rasgo distinto al ciclo anterior es que hoy nos encontramos inmersos en sinópticos. Este mecanismo de poder funciona a través de las redes sociales, los medios de comunicación, la galaxia internet. Ahora quienes son vigilados son las élites, las celebridades, los dirigentes, la clase política, los líderes de opinión. Así los “poderosos” viven y trabajan insertos en la pantalla total. Sus casas son de cristal, observados permanentemente por diversos segmentos y audiencias. Hoy el poder, el glamour y la fama tienen el costo de una pérdida total de privacidad. Vaya problema. Acá, las redes sociales, se transforman en un elemento persuasivo y a veces engañoso. Sin embargo, poseen un fuerte y expansivo poder político. Pueden persuadir al movimiento social desde una noticia o un mensaje (también una filtración de un adversario) activando y viralizando en tiempo real, sentimientos encontrados como rechazo, rabia, estigma o el simple hecho de ridiculizar a una persona. Esto se conoce como el “efecto de realidad”. Pero cuidado, también pueden “ocultar mostrando” y para ello el escándalo, la barahúnda, puede llegar a lo nimio, baladí, opacando hechos relevantes que deberían ser más significativos y copar la agenda pública.




Finalmente, mientras el infinito en política se trata de estirar al máximo, la velocidad y no la duración será “la clave” del nuevo ciclo. Por ende, uno de los principales temores e inseguridades que se abren a partir de este verano es no ser sorprendidos desprevenidos nuevamente y no tener la velocidad suficiente para ponernos al día.






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