martes, 7 de diciembre de 2010

Santiago, desigualdades urbanas y proyecciones


Por Francisco Olea, concejal de La Reina

Santiago de Chile -en este estudio- ocupa el lugar 5to, con un índice Gini de 0,55, en un ranking de 10 ciudades con mayor desigualdad.


ver:

http://www.lanacion.cl/santiago-desigualdades-urbanas-y-proyecciones/noticias/2010-12-06/200016.html

El estudio sobre: “Estado de las ciudades del Mundo 2010/2011: reducir la brecha urbana”, elaborado por ONU-Hábitat, incluye entre sus áreas de interés un análisis de la distribución del ingreso en cada uno de los países. Para este propósito se utiliza el coeficiente de Gini, que es una medida de la desigualdad que permite conocer estas asimetrías. Elaborado por el estadístico italiano Corrado Gini, el “coeficiente de Gini” es un número entre 0 y 1, en donde 0 corresponde con la perfecta igualdad y 1 corresponde con la perfecta desigualdad.

Según el informe mundial sobre asentamientos humanos del año 2009, en Latinoamérica y el Caribe, se indica que el 5% más rico de la población recibe un 25% del ingreso regional mientras el 30% más pobre recibe solo el 7,5%. Estos antecedentes vienen corroborando las brechas en nuestra región, que con este nuevo informe encienden las luces a sus habitantes y autoridades.

El foco de atención entonces, son las ciudades. En estos espacios, la sociedad y sus asentamientos urbanos observan crecimientos exponenciales, nuevas dinámicas de ocupación del suelo, tensiones y conflictos sociales en los últimos años, y el propósito de ONU-Hábitat es contribuir con diagnósticos y propuestas a pensar y planificar ciudades sustentables.

Santiago de Chile -en este estudio- ocupa el lugar 5to, con un índice Gini de 0,55, en un ranking de 10 ciudades con mayor desigualdad. Entre las ingratamente nominadas están: Goiania (0,65) en Brasil; Bogotá (0,61) en Colombia; Ciudad de México (0,56) en México; Provincia de Catamarca (0,55) en Argentina; Quito (0,54) en Ecuador; también Chillán (0,51) en Chile; Ciudad de Guatemala (0,50), Guatemala; Montevideo (0,45) Uruguay, y finalmente Managua (0,42) en Nicaragua.

Según los especialistas, algunos factores sobre esta problemática se explicarían porque, “las políticas de suelo y vivienda implementadas en los últimos 25 años en nuestras ciudades han tenido una incidencia directa en las condiciones de vida de los barrios y comunidades”. Asimismo, “en los años 80 los programas de erradicación de campamentos significaron traslados masivos de poblaciones de escasos recursos localizadas en áreas centrales hacia la periferia”.

Entonces, el proceso anterior, contribuyó a una fuerte e irreversible segregación espacial, lo que ha impactado y profundizado las brechas sociales, económicas, sociales y culturales en la ciudad, como queda demostrado en el caso de la distribución de los ingresos en el informe de ONU-Hábitat.

Junto con lo anterior, es imprescindible tener en cuenta que nuestra ciudad de Santiago ha sido impactada por procesos de modernización e impactos de la globalización en distintas escalas. Hoy, su estructura se hace más compleja, ya que concentra además cerca del 40% de la población y de la fuerza de trabajo, alrededor del 80% de las actividades financieras y un nivel de actividad económica que representa casi la mitad del PIB chileno. Por otra parte, los datos sobre pobreza son elocuentes. El año 2009 la línea de pobreza se estimaba en un 11,5%, asimismo, el total de población en situación de pobreza no indigente alcanzó un 8,8% y la población en situación de indigencia un 2,7%.

Así entonces, subsisten encrucijadas de una ciudad con fuertes contrastes sociales -pero también- de enormes oportunidades para enfrentar la desintegración social, la exclusión y estigma en barrios y ciertos segmentos sociales. En los próximos años las autoridades, el sector público y privado, mediante políticas públicas e instrumentos de gestión territorial, deberán enfrentar estos cambios y dilemas.

A modo de arriesgar “un recetario” o una “recopilación incompleta”, el diagnosticar y proponer líneas estratégicas de intervención urbano-inclusiva es una urgencia. Incentivos para nuevos subcentros de desarrollo e innovación, generación de educación y empleos de calidad, alternativas para el medio ambiente, transporte y paisajismo, condiciones para el crecimiento y medidas de mitigaciones, deberá ser el centro de gravedad de la planificación de la ciudad de Santiago del siglo XXI. Así quizás, las nuevas promesas de superar las brechas urbanas seguirán resultando seductoras y contagiosas para sus habitantes.

Finalmente teniendo en cuenta este registro asimétrico, y dada la velocidad de los cambios que se avecinan, nuestra ciudad enfrentará una serie de nuevos comienzos, pero también de incesantes finales. Vaya paradoja.






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